Un padre también debe cuidar a sus hijos, ejerciendo las tareas que tradicionalmente eran reconocidas solo para la madre o esposa. Esto debe terminar de cambiar.

Al Papá se le exige además una presencia mayor en la vida de sus hijas e hijos, para superar esa figura ausente que la responsabilidad laboral, mezquina a veces, ha dejado sin la presencia paterna en casa.

En nuestros días, sobre todo, recae en el Papá el llamado a ser ejemplo en virtudes y responsabilidad. Porque él es más que aquella imagen de quien solo pone las reglas y la severidad.

También, tiene la tarea de compartir la labor de colocar sanos límites, así como la cercanía sentida, abierta y honesta con sus hijas e hijos. Y, ¿Por qué no?, con nietos y nietas.

Jesús, siendo hijo, buscó la cercanía de su Padre llamándole cariñosamente Abbá, es decir, Papá.

Aquella palabra que sobrevive del arameo y que podemos leer en la Biblia (Mc 14, 36), revela la relación única y cercana de Jesús con su Padre.

Tal vez, acogiendo nuestra propia realidad, podríamos mirar hoy nuestro vínculo con nuestro papá. O, mirar cómo hemos asumido este rol ante nuestros hijos...

Jesús conoció profundamente a su Padre. ¿Qué podemos decir de nosotros de nuestro padre? O, ¿qué he dejado como padre en la vida de mis hijos e hijas?

En el Día del Padre, les invitamos a reflexionar sobre el rol que tiene, que ha ido transformándose, su responsabilidad en el hogar. Y sobre todo reconocer su compromiso, su compañía, y recordarlo si ya no está con nosotros.

Que el mejor regalo sea nuestro reconocimiento. ¡Feliz Día del Padre!

Fuente: Comunicaciones Red Educacional Santo Tomás de Aquino