Mi reciente estadía en Roma para acompañar a nuestro nuevo cardenal, don Ricardo Ezzati, me permitió recordar hermosos años –poco más de diez- vividos en la ciudad eterna. Tuve la oportunidad de alojar en el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano, donde sacerdotes de nuestro sub continente estudian y preparan sus post grados académicos en diversas disciplinas teológicas. Hay cuatro sacerdotes de Santiago y tres de otras diócesis: Arica, Melipilla y Los Ángeles.

La comunidad chilena residente en Roma, se reunió como todos los meses para la celebración de la Eucaristía en la hermosa iglesia Santa María de la Paz, cuyo titular es el cardenal Francisco Javier Errázuriz. Allí pudieron agradecer al embajador de Chile ante la Santa Sede, don Fernando Zegers, y dar la bienvenida al nuevo cardenal chileno.

Pude encontrar a muchos amigos sacerdotes, obispos y laicos que trabajan en la Santa Sede y a otros muchos que sirven a la Iglesia en diversos continentes.

Una de mis alegrías mayores fue haber concelebrado la Santa Misa con el Papa Francisco. Me hice eco del deseo de tantas personas que me pidieron decirle que rezan por el Papa. Su respuesta: "Muchas gracias... pero que recen a favor y no en contra". Las carcajadas fueron mutuas. Así es el Papa: espontáneo, alegre, cercano.

Las celebraciones litúrgicas en la que fueron creados los nuevos cardenales, la oración del Ángelus en la Plaza de San Pedro, con miles de creyentes, han sido un hermoso testimonio de la vitalidad de la Iglesia: mujeres, varones, familias de todos los continentes, pueblos, razas e idiomas, todos unidos por la misma fe y en torno a la figura del sucesor de San Pedro.

¿Qué más pude ver? La vitalidad de los movimientos apostólicos y nuevas comunidades. Un renacimiento de la vida consagrada. Pude visitar, con el padre Hans Kast, a las Hermanitas del Cordero, conversar con jóvenes consagradas de distintas naciones europeas y compartir un buen café con ellas y la madre fundadora.

Comparto esto, porque en nuestra edición de Encuentro hay muchos testimonios de la inventiva de la caridad (Coaniquem y Fundación San José); testimonios de fe y solidaridad (padre Sergio Naser, un apóstol de las periferias geográficas y existenciales y el padre franciscano Javier Mac-mahon en sus 70 años de vida sacerdotal); testimonios del genio artístico al servicio de la evangelización (el director de cine Juan Manuel Cotelo).

Hay que conocer a Dios; pero no de oídas, sino desde la experiencia del encuentro personal con Cristo y desde la contemplación de las grandes maravillas que hace Dios en la vida de los creyentes.