A continuación el mensaje completo de Monseñor Ricardo Ezzati
La Navidad es Jesucristo:
"Sin Él, no hay luz,
No hay esperanza,
No hay amor,
No hay futuro".
(Benedicto XVI)
Para todos y cada uno, para quienes celebran la fiesta de Navidad en el calor del hogar y para quienes estarán solos y abandonados; para los niños y los jóvenes; los ancianos y los enfermos, para las familias, feliz Navidad. Qué sea una fiesta de gozo y de paz.
"En Belén de Judá nos ha nacido el Salvador": esta es la hermosa y esperanzadora noticia que llena este día: Dios ha venido a habitar entre nosotros.
Hermanos y amigos,
Confiada y amistosamente, deseo golpear la puerta de sus hogares, pidiéndoles, con humildad, que me dejen entrar. Deseo anunciarles una buena noticia, la más hermosa y esperada noticia: Dios ha visitado a su Pueblo. En Belén nos ha nacido el Salvador, que es Cristo Jesús. Viene con el don de un amor infinito, con ternura, paz y bondad. En Belén se ha manifestado la Luz que nos ilumina, la Verdad que nos orienta en el camino y la Vida abundante que anhelamos alcanzar. En Belén nos ha nacido la esperanza que no engaña y el futuro mejor que deseamos alcanzar. Vayamos a Belén. Vayamos a Belén como familia, como comunidad, acompañemos a los pastores y a los sabios de Oriente; como María y José, detengámonos, asombrados, ante el misterio de Dios hecho hombre; con los Ángeles cantemos la gloria de Dios y la paz para los hombres.
¿Qué le contaremos y qué le pediremos al Hijo de Dios, recostado en el Pesebre?
Le diremos que en nuestra Patria hay tanta bondad en el corazón de mucha gente; que la justicia y la solidaridad siguen floreciendo en el alma de los hombres y mujeres de nuestras ciudades y campos; que muchos jóvenes creen en un mundo más transparente y limpio y que trabajan para globalizar la solidaridad; que, cada día, numerosas mujeres amasan el pan de la comunión y del amor hogareño. Le podremos decir que muchos ancianos y ancianas esperan serenamente el cumplimiento de sus sueños, y que muchos niños y jóvenes desean encontrar las puertas abiertas para su futuro.
Le contaremos también de la pobreza que aún sufren muchos de nuestros hermanos y hermanas, del anhelo de los jóvenes por una educación de mayor calidad; de la insuficiente respuesta que ofrecemos a los niños y niñas vulnerados en sus derechos; del dolor por los abusos cometidos. Le hablaremos también de la tentación a la violencia que a veces empaña nuestra mirada, del consumismo que intenta detener las aspiraciones más nobles y del compromiso de muchos para avanzar en el camino de "humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile".
Silenciosamente, nos dirá que para eso se ha hecho uno de nosotros, para eso ha venido a compartir su vida con la nuestra: "No tengan miedo, yo estaré con Ustedes, todos los días, hasta el final de los tiempos".
En la noche santa, delante del Pesebre, pidamos que el Niño Dios nos colme de esperanza, de paz, y de ternura. Pidamos que la violencia se venza con la fuerza del amor, que los malos entendidos cedan paso a la reconciliación y que la prepotencia se transforme en deseo de perdón, de colaboración y de servicio.
Qué la paz more en las familias y cada hogar sea un recinto de respeto mutuo, de amor entrañable y de gozo por la vida. Permitamos que "la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta, pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias... El amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura."(Papa Francisco en EG 6)
El Mensaje de la Navidad, contribuya a crear una profunda sensibilidad y compromiso para superar las antiguas y nuevas pobrezas que nos aquejan, aportando con generosidad al bien común.
Que los miembros de nuestras comunidades, en especial, los niños y los ancianos, las personas más débiles y desesperanzadas, enfermos, marginados y encarcelados, puedan sentir la caricia de Dios y el calor humano de esta fiesta.
Para todos, feliz Navidad.