Los conflictos son parte de la realidad humana. Por lo tanto, el aula no escapa a ellos. Más bien, la dificultad radica cuando detrás del conflicto escolar no existe una vital cohesión entre sus integrantes o una relación interpersonal sana, que terminan por empujar a un ambiente destructivo que procure una resolución positiva de las dificultades.
La falta de cohesión o sana relación interpersonal al interior de las salas de clase suele darse por una comunicación poco óptima y un cierto tipo de actitud que se toma frente al conflicto.
Bajo estas circunstancias, los conflictos más comunes son la violencia y el bullying. La violencia en el contexto escolar son los actos que buscan dañar a una persona o al grupo, de manera física o psicológica y que muchas veces surgen como reacción o solución destructiva. En los colegios, la violencia puede darse en todos los niveles estamentales, de ahí la importancia de que el marco normativo y las estrategias de resolución sean compartida por toda la comunidad como una manera de enfrentarla (Funes, S.).
En el ámbito escolar, como subtipo de violencia, suele emerger el bullying o acoso escolar. A diferencia de lo que puede observarse en la violencia en general, el acoso en la escuela se manifiesta a través de burlas, amenazas, agresiones físicas, aislamiento sistemático. Se individualiza un provocador de dicha violencia, el “matón”, apoyado generalmente de un grupo contra una persona indefensa. Se trata de una relación asimétrica, situación que se mantiene a partir de la ignorancia o pasividad del entorno (Yubero y Larrañaga).
Para enfrentar estos y otros episodios de violencia en las aulas, es vital ofrecer espacios para conocerse y relacionarse como pares dentro de una comunidad curso. Así se va formando colectivamente la integración de la diversidad, eje central de la convivencia. ¿Por qué es importante valorar la diversidad?
Dice la Unesco que lo que enriquece a las sociedades y las personas es el diálogo con lo diverso. Esta vivencia permite al ser humano descubrir la propia identidad y refirmarla. Entonces, desde la educación es importante intencionar la aceptación y valoración de las diferencias para aprender a “vivir juntos”, lo que implica comprender al otro como alguien legítimo.
Esta afirmación pone en contexto la importancia de la valoración de la diversidad para la construcción de una comunidad, en un mundo que tiende a la globalización y al reconocimiento de la diversificación de los intereses personales, procesos de los cuales la escuela no queda al margen.
Así, la convivencia escolar debe estar centrada en un marco de sentido de la diversidad que fomente la mutua valoración de las diferencias de todo estudiante y el ser humano.
Fuente: Comunicaciones Red Educacional Santo Tomás de Aquino